Las familias de Guatemala, Honduras y El Salvador están expuestas a altos niveles de delincuencia, violencia y cultura de pandillas y, la región, sufre algunas de las tasas de homicidio más altas del mundo. Las armas de fuego ilegales están ampliamente disponibles y su demanda se debe a la percepción de inseguridad, al débil control de las armas y a las deficiencias en materia de desarme tras las guerras civiles de los países.
Con el apoyo de Suiza, ӣɬ realizó un estudio a nivel comunitario para comprender la forma en que las comunidades vulnerables se ven afectadas por el uso indebido de armas pequeñas en el Triángulo Norte de América Central: Guatemala, Honduras y El Salvador.
El objetivo del estudio era aportar un enfoque basado en las necesidades y los derechos para las futuras iniciativas de reducción y prevención de la violencia en la región. La investigación se basó en debates grupales con mujeres, niños, familias y jóvenes que viven en comunidades afectadas por altos niveles de violencia. Esto se apoyó con entrevistas con actores pertinentes, entre ellos las fuerzas de seguridad, dirigentes comunitarios, organizaciones no gubernamentales, trabajadores sociales y encargados de la formulación de políticas.
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Un arma ilegal cuesta tan sólo 130 dólares en el mercado negro en Guatemala.
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Una sola bala puede costar sólo 0,13 dólares en el mercado negro.
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Pandilleros de tan sólo 12 años llevan armas en algunos barrios.